jueves, 22 de agosto de 2013

Champagne

El champán o champaña, del francés champagne, es un tipo de vino espumoso elaborado conforme al método champenoise en la región de Champagne, Francia. Se trata generalmente de un vino blanco, aunque también existe el champán rosado, que se elabora a partir de varios tipos de uva, la mayor parte tintas. Es muy apreciado en el resto del mundo, tanto así que en muchos países se han esforzado en conseguir caldos similares para comercializarlos y hacer frente a la competencia francesa. El consumo de champán se asocia a celebraciones. También es tradicional estrellar una botella de champán contra el casco del barco en su botadura para demostrar su solidez; es de mal augurio que la botella no se rompa. También es tradicional descorchar una botella de champagne en la celebración de año nuevo. 

Tipos de champagne 

El champán se elabora a partir de muchos tipos de uva, aunque tres de ellos llevan la mayor parte de la producción:

- Chardonnay: es una uva blanca y representa el 26% de la superficie cultivada.

- Pinot noir: es una uva tinta de pulpa blanca que representa un 37% de la superficie cultivada, y que es la que se usa para los tintos de Borgoña.

- Pinot meunier: otra uva tinta de pulpa blanca que representa otro 37% de la superficie cultivada.

Elaboración del champagne

El proceso de elaboración del champagne comienza en la cosecha. A la bodega llegan las uvas cuidadosamente seleccionadas. En la prensa se tratan cada vez 4.000 kilos de los cuales los primeros 2.500 litros se destinan para el champagne, el resto no será tenido en cuenta. La fermentación comienza inmediatamente después de que el vino es colocado en las cubas; transcurridas entre 24 y 36 horas se trasvasa a una nueva cuba para eliminar residuos y otros depósitos acumulados en la superficie. Al cabo de ocho o diez semanas se realiza la mezcla de los productos del mismo viñedo, y tras un mismo período, un nuevo trasvaso dejará pronto el vino para que el maestro bodeguero realice el cuvée final, proceso en el que se mezclaran vinos de diferentes viñedos y años, que permitirán mantener un constante sabor y calidad en el producto final.

En este punto el vino es embotellado; en cada botella se echan exactamente 24 gramos de azúcar y levadura, cerrándose la botella con una tapa de chapa y corcho. En esta fase sucede la segunda fermentación o fermentación en botella que produce las características burbujas del champagne. Tras un período de envejecimiento de aproximadamente nueve meses, las botellas se colocan inclinadas en unos pupitres especiales. A continuación tiene lugar el removido. Un operario las girará día a día un cuarto de vuelta al mismo tiempo que cada vez se irán poniendo de forma más horizontal. Este proceso, que puede durar varias semanas, decantará los residuos de la fermentación hacia la tapa de la botella.

Cuando los restos se han acumulado en la tapa de la botella, ésta es sumergida en un líquido que la congela, para luego ser destapadas. La misma presión del líquido hará que los residuos sean expulsados de la botella, a este proceso se le llama «degüelle». El siguiente paso es rellenar el faltante en la botella con una mezcla de vino blanco con azúcar. Esta mezcla llamada licor de expedición, definirá el tipo de champagne que se quiere elaborar.



Elaboración del Champagne


Control de calidad del champagne

El champagne debe ser vinificado a partir de uvas blancas (chardonnay) y negras (pinot noir y pinot meunier), cultivadas en un suelo arcilloso y algo calcáreo junto con un microclima único a una temperatura media de 10ºC, ya que con un grado menos la uva no podría desarrollarse y completar su ciclo de maduración. El clima frio, equilibrado con la suavidad atlántica continental, con una humedad relativa constante y mantenida, son factores determinantes en la finura de estos vinos espumosos. Esto es lo que permite a los franceses afirmar que «No puede haber un champagne que no sea de la región de Champagne».

Al ser esta una bebida única, es sometida a rígidas normas para controlar su elaboración. Dentro de los factores que se toman en cuenta para controlar la elaboración del champagne, se encuentra el pH, cuanto más bajo es el pH, menor es la posibilidad de que el vino se altere. El contenido de azúcar; un vino con un bajo contenido de azúcar, rara vez son alterados, es decir, se conserva mejor. Otro factor muy importante es el de la temperatura; por debajo de 18 ºC la fermentación no se desarrolla en buenas condiciones y por encima de los 35 ºC la fermentación resulta tumultuosa, lo cual resulta nocivo para la calidad futura del vino, la temperatura adecuada es de 20 - 25 ºC.

Un buen champagne no debe ser demasiado fuerte ni excesivamente dulce. Tendrá un color ligeramente amarillo claro y un fino y agradable buqué. El dióxido de carbono en la botella no debe desprenderse por entero al escanciar el vino, sino que quedará retenido en este lo más posible. El champagne debe consumirse frío, pero no enfriado hasta el punto que se deteriore su buqué.

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